jueves, 11 de octubre de 2012

Juan A. García nos habla de L. Polohttp://ieflp.blogspot.com.es/


Juan A. García es catedrático de Filosofía de la Universidad de Málaga. Además, es vicepresidente del Instituto de Estudios Polianos (http://www.leonardopolo.net/intro.html)  y dirige un blog de debate sobre el pensamiento de L. Polo: http://ieflp.blogspot.com.es/. Conoció al profesor Leonardo Polo durante los años que estudió la carrera en la Universidad de Navarra. Nos ofrece algunas anécdotas que ha vivido con L. Polo.
Tengo muchos recuerdos de don Leonardo:
Lo primero que me viene a la cabeza son las largas tertulias, tanto en Pamplona como aquí en Málaga, vespertinas y también nocturnas, en las que hablábamos -más bien nos hablaba- de filosofía, de la vida y de todo, provisto don Leonardo de su vaso de ginebra. Me dijo que él había bebido mucho en su vida; pero no tanto como para alcoholizarse, porque aún se le seguía subiendo si se excedía.


Archivo multimedia, Universidad de Navarra
Durante veinte años, entre 1980 y 2000, venía mucho por Málaga pues le gustaba el sol y el pescadito de esta tierra. Decía que “un día en Pamplona es un día perdido”. De aquellas visitas guardo en mi memoria muchas anécdotas; por ejemplo, en cierta ocasión, nada más bajar del avión no quería más que un limpiabotas, de esos que en Málaga solía haber en las cafeterías del centro, antes incluso de llevar la maleta a su casa.



Me vienen ahora a la cabeza con especial intensidad las que prueban su increíble inteligencia. Una de las veces que vino a mi casa, me pilló jugando una partida al ajedrez que tenía perdida contra el ordenador, él consiguió levantarla... aunque eso sí, nos demoró la comida un buen rato. Otra, mis hijas mis hijas le probaron con unas adivinanzas que regalaban cierta clase de galletas, a partir de la segunda, que ya cogió el tranquillo, las adivinó todas. Sin embargo, en otra ocasión me confesó que él se creía muy listo hasta que conoció a San Josemaría, ¡él sí que le pareció una persona lista! 

Le gusta mucho leer las novelas de Perry Mason, y otras policíacas. Como mi padre tenía la colección completa, se las iba pasando de tiempo en tiempo. Cuando murió y yo me quedé la colección, así que me las pedía a mí. Yo no se las quise llevar, para que no se quedaran en Pamplona y perder mi colección. Con todo, le regalé algunas que tenía duplicadas, y le compré alguna otra. Pero él me llamó rácano, y me echó en cara que no le llevara las novelas de mi padre.
Dan González Marijuán 

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